Lado equivocado
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Lado equivocado
Lado equivocado
En una fresca mañana las monjas del convento despertaban y la Madre Superiora abría los ojos murmurando:
– ¡Qué noche más hermosa he pasado!, hoy no voy a amolar a las pobres monjitas, las voy a tratar bien…
Así la Madre Superiora se levanta y comienza a recorrer las celdillas del resto de las monjas.
– Buen día, Sor Josefa, la veo muy bien, y la bufanda que está tejiendo…
– Gracias, Madre Superiora, usted también se ve muy bien, pero parece que se ha bajado por el lado equivocado de la cama, ¿no?
A la Madre Superiora no le gustó nada el comentario final y continuó. En la siguiente celdilla repitió:
– Buen día, Sor María, qué bien se le ve hoy, y qué bonito está quedando ese bordado…
– Gracias Madre Superiora, usted se ve radiante, pero parece que se ha bajado por el lado equivocado de la cama…
La Superiora se mordió y siguió su recorrido. Pero todas las monjitas le respondían lo mismo. Así que cuando llegó a la quinta monja ya estaba que trinaba.
– Buen día, Sor Leonor, séame sincera… ¿Me veo como si me hubiera bajado por el lado equivocado de la cama?
– Claro que sí, Madre Superiora, eso es obvio…
– ¿Y qué le hace pensar eso?
– ¡Es que lleva puestas las sandalias del Padre Ramón!
En una fresca mañana las monjas del convento despertaban y la Madre Superiora abría los ojos murmurando:
– ¡Qué noche más hermosa he pasado!, hoy no voy a amolar a las pobres monjitas, las voy a tratar bien…
Así la Madre Superiora se levanta y comienza a recorrer las celdillas del resto de las monjas.
– Buen día, Sor Josefa, la veo muy bien, y la bufanda que está tejiendo…
– Gracias, Madre Superiora, usted también se ve muy bien, pero parece que se ha bajado por el lado equivocado de la cama, ¿no?
A la Madre Superiora no le gustó nada el comentario final y continuó. En la siguiente celdilla repitió:
– Buen día, Sor María, qué bien se le ve hoy, y qué bonito está quedando ese bordado…
– Gracias Madre Superiora, usted se ve radiante, pero parece que se ha bajado por el lado equivocado de la cama…
La Superiora se mordió y siguió su recorrido. Pero todas las monjitas le respondían lo mismo. Así que cuando llegó a la quinta monja ya estaba que trinaba.
– Buen día, Sor Leonor, séame sincera… ¿Me veo como si me hubiera bajado por el lado equivocado de la cama?
– Claro que sí, Madre Superiora, eso es obvio…
– ¿Y qué le hace pensar eso?
– ¡Es que lleva puestas las sandalias del Padre Ramón!
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